1. Las nalgas abiertas acomodan un vacío exasperado. Un cielo espeso a punto de ser bebido. La voluptuosidad es un movimiento expectante : espera a las puertas de su propia consunción.

2. A la inversa, el acto sexual es consecuencia de la voluptuosidad. El ímpetu que arrastra el deseo de destrucción que finaliza en la cópula. De algún modo, el acto sexual supone el cierre definitivo a la voluptuosidad.

3. La voluptuosidad, como fuerza dinámica, se constituye en parte esencial del ser humano. En el fondo, es el movimiento inagotable de la naturaleza toda.

4. La vida, la muerte, se mueven en la misma dirección, por caminos paralelos que, en último término, acaban entrelazándose, como dos árboles que se cruzan pero sólo sus sombras se tocan.

5. No hay bien absoluto. El bien absoluto es una entelequia, una falacia cobarde utilizada como un escudo por aquellos que temen el vértigo de lo infinito. La voluptuosidad es vértigo que no descansa en ningún límite.

6. Ese punto supremo tiene forma de hélice. Su movimiento mortal es claro. La voluptuosidad, al igual que el amor, la poesía, la libertad, conforman algunas de las palas, las más ajustadas al principio de vida, de esa hélice que mueve el espíritu humano.

7. En este punto podríamos referirnos a Fourier, quien con su teoría de las atracciones apasionadas, ha descrito y deseado una sociedad donde lo voluptuoso se erige en principio regulador de las relaciones humanas.

8. La voluptuosidad es una mecánica inopinadamente asociada a un movimiento universal de analogía que relaciona el más leve suspiro de placer con el más arduo movimiento del universo. De hecho el cosmos nació del más pequeño de los orgasmos.